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El 'Vatican Information Service' (VIS) es un boletín informativo de la Oficina de Prensa Santa Sede. Transmite diariamente información sobre la actividad magisterial y pastoral del Santo Padre y de la Curia Romana... []

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domingo, 28 de mayo de 2006

DOS MILLONES DE PERSONAS ASISTEN A LA MISA EN CRACOVIA


CIUDAD DEL VATICANO, 28 MAY 2006 (VIS).-Dos millones de personas asistieron esta mañana a la misa presidida por Benedicto XVI en el Parque de Blonie, donde ayer se encontró con los jóvenes. Concelebraron con el Papa los cardenales y obispos polacos y los que forman parte del séquito papal.

  Un representante del patriarca Alejo II, padre Igor Vyzhanov, asistió a la celebración eucarística y trasladó al Papa el saludo del patriarca de Moscú y de todas las Rusias.

  Comentando el Evangelio de la solemnidad de la Ascensión, el Papa afirmó en la homilía: "Aquí en la tierra, estamos llamados a mirar al cielo, a dirigir nuestro pensamiento y nuestro corazón hacia el inefable misterio de Dios. Estamos llamados a mirar en la dirección de esta realidad divina, a la que el ser humano está orientado desde la creación. Ahí se encierra el sentido definitivo de nuestra existencia".

  Tras recordar que Juan Pablo II celebró varias veces misa en este parque durante los viajes apostólicos a su patria, dijo: "Desde aquí veía Cracovia y toda Polonia", y exclamó: "¡Cracovia, la ciudad de Karol Wojtyla y de Juan Pablo II, también es mi Cracovia! También es una Cracovia querida al corazón de muchísimos cristianos de todo el mundo, que saben que Juan Pablo II vino a la Colina Vaticana desde esta ciudad, desde la colina de Wawel, "de un país lejano", que, gracias a esto se ha convertido en un país querido por todos".

  El Papa señaló que había querido venir a Polonia y a Cracovia para "respirar el aire de su patria. Quería ver la tierra en la que Juan Pablo II nació, creció y emprendió su incansable servicio a Cristo y a la Iglesia universal. (...) Aquí quiero pedir a Dios que conserve este patrimonio de fe, esperanza y caridad que dejó al mundo y a vosotros en particular".

  Refiriéndose al lema de la peregrinación, "Estad firmes en la fe", el Santo Padre señaló que la fe "es un acto humano muy personal, que tiene dos dimensiones. Creer quiere decir en primer lugar aceptar como verdad lo que nuestra mente no comprende totalmente" y en segundo lugar "es confiar en una persona, no en una persona ordinaria, sino en el mismo Cristo. Lo que creemos es importante, pero aún es más importante Aquel en quien creemos".

  "Cuando Karol Wojtyla fue elegido a la sede de Pedro para servir a la Iglesia universal, vuestra tierra se convirtió en un lugar de especial testimonio de la fe de Cristo. Vosotros mismos estáis llamados a dar este testimonio ante el mundo entero. Vuestra vocación es siempre actual, y quizá aún más actual desde el momento de la muerte del Siervo de Dios. ¡No privéis al mundo de este testimonio!".

  "Fortalecidos por la fe en Dios, comprometeos con ardor en consolidar su Reino en la tierra: el Reino del bien, de la justicia, de la solidaridad y de la misericordia. Testimoniad con valentía el Evangelio ante el mundo de hoy, llevando la esperanza a los pobres, a los que sufren, a los abandonados, a los desesperados, a los que tienen sed de libertad, de verdad y de paz. Haciendo el bien al prójimo y preocupándoos del bien común, dad testimonio de que Dios es amor".

  Benedicto XVI terminó pidiendo a los fieles polacos que compartieran con los otros pueblos de Europa y del mondo "el tesoro de la fe, en consideración de la memoria de vuestro compatriota que, como Sucesor de San Pedro, hizo esto con extraordinaria fuerza y eficacia".

  Después de la misa y antes de rezar el Regina Coeli, el Papa se dirigió en particular a la juventud, que durante el encuentro de ayer por la tarde, dijo, "manifestó su unión con Cristo y con la Iglesia".

  "Ayer me regalásteis el libro de los testimonios: "No tomo, estoy libre de la droga". Como un padre, os pido: sed fieles a esta promesa. Está en juego vuestra vida y vuestra libertad. No seáis víctimas de las ilusiones de este mundo".

  Benedicto XVI se trasladó posteriormente al Palacio Arzobispal de Cracovia, donde almorzó y a primera hora de la tarde se despidió del personal y de los colaboradores del arzobispo y de algunos miembros del comité organizador de la visita.
PV-POLONIA/MISA:REGINA COELI/CRACOVIA        VIS 20060529 (700)

DIOS NO VUELVA A PERMITIR OTRO AUSCHWITZ


CIUDAD DEL VATICANO, 28 MAY 2006 (VIS).-Benedicto XVI dejó esta tarde el Palacio Arzobispal de Cracovia para trasladarse al campo de concentración de Auschwitz-Birkenau, la última etapa de su viaje apostólico.

  El Papa atravesó a pie la puerta de Auschwitz donde campean las palabras que acogían a los deportados "Arbeit macht frei"(El trabajo hace libres) y fue recibido por el director del museo de Auschwitz y otras autoridades civiles y religiosas. Después se dirigió al Patio de la Muerte, donde le esperaban algunos ex-prisioneros y más tarde a la celda donde murió san Maximilian Kolbe, en el sótano del bloque 11.

  A continuación se desplazó en automóvil al Centro de Diálogo y Oración, una institución católica creada cerca del campo de concentración, donde bendijo las instalaciones. Finalizada la visita recorrió en coche los tres kilómetros que llevan al campo de Birkenau. Una vez llegado allí, el Papa se detuvo en primer lugar ante el monumento con las 22 lápidas, símbolo del Holocausto, que recuerdan a todas las víctimas de los campos de Auschwitz-Birkenau, y departió unos momentos con los representantes de otras religiones y un grupo de supervivientes al exterminio de diversas nacionalidades.

  El Papa rezó por las víctimas y escuchó el kaddish de duelo, antes de pronunciar su discurso.

  "Tomar la palabra en este lugar de horror, de crímenes acumulados contra Dios y contra el hombre sin parangón en la historia, es casi imposible, y es particularmente difícil y angustioso para un cristiano, para un Papa que procede de Alemania", dijo Benedicto XVI.

  "En un lugar como éste faltan las palabras; en el fondo sólo hay espacio para un silencio desamparado, un silencio que es un grito interior hacia Dios: Señor ¿por qué callaste? ¿Por qué has podido tolerar todo esto? En esta actitud de silencio, nos inclinamos profundamente (...) ante la inmensa multitud de cuantos aquí sufrieron y fueron sentenciados  a muerte; sin embargo, este silencio se transforma en una petición en voz alta de perdón y de reconciliación, un grito al Dios vivo para que no permita jamás algo similar".
 
  El Papa recordó la visita de Juan Pablo II, "como hijo de aquel pueblo que junto al pueblo judío sufrió tanto en estos lugares y en el curso de la guerra". "Seis millones de polacos perdieron la vida durante la segunda guerra mundial, la quinta parte de la población", recordó entonces Juan Pablo II, y desde aquí "lanzó el solemne llamamiento al respeto de los derechos del ser humano y de las naciones".

  "Juan Pablo II estuvo aquí como hijo del pueblo polaco", dijo Benedicto XVI. "Yo estoy hoy aquí como hijo del pueblo alemán, y precisamente por este motivo debo decir y puedo decir como él: No podía dejar de venir aquí. Tenía que venir. Era y es un deber ante la verdad y ante el derecho de quienes sufrieron, un deber ante Dios, el venir aquí como sucesor de Juan Pablo II y como hijo del pueblo alemán, hijo de ese pueblo sobre el que tomó el poder un grupo de criminales con promesas engañosas, en nombre de perspectivas de grandeza, de recuperación del honor de la nación y su importancia, con expectativas de bienestar e incluso con la fuerza del terror y la intimidación, de forma que de nuestro pueblo se pudiera usar y abusar como instrumento de su delirio de destrucción y dominio".
 
  "¡Cuántas preguntas surgen en estos lugares!", exclamó el Papa. "De nuevo nos preguntamos: ¿Dónde estaba Dios en esos días? ¿Cómo pudo tolerar (...) este triunfo del mal? (...) Vienen a nuestra mente las palabras del Salmo 44; (...) ese grito de angustia que el Israel que sufre eleva a Dios en los períodos de angustia extrema, y que es al mismo tiempo el grito de ayuda de todos aquellos que en el curso de la historia  (...) sufren por amor de Dios, por amor de la verdad y del bien".

  "No podemos escrutar el secreto de Dios, sólo vemos fragmentos y nos equivocamos cuando nos queremos convertir en jueces de Dios y de la historia. (...) No, en definitiva debemos seguir con nuestro humilde e insistente grito hacia El: ¡Despierta! ¡No te olvides de tu criatura, el ser humano!".

  "Gritemos a Dios en este momento cuando parecen surgir nuevamente en los corazones de los hombres todas las fuerzas oscuras: por una parte, el abuso del nombre de Dios para justificar una violencia ciega contra personas inocentes; y por otra, el cinismo que no reconoce a Dios y que escarnece la fe en Él".

  "El lugar donde nos encontramos es un lugar de la memoria, es el lugar de la Shoah. El pasado no es nunca pasado. Nos indica los caminos que debemos y los que no debemos tomar. (...) Algunas lápidas nos invitan a una conmemoración particular. (...) Hay una en lengua judía. Los potentes del Tercer Reich querían aplastar al pueblo judío en su totalidad, eliminarlo del número de los pueblos de la tierra. (...) Si este pueblo con su existencia constituye un testimonio del Dios que habla al ser humano y se hace cargo de él, entonces ese Dios debía finalmente morir y su dominio pertenecer sólo al ser humano, a aquellos que creían ser fuertes y que habían sabido hacerse dueños del mundo".

  "También está la lápida en lengua polaca: en una primera fase se quería eliminar la élite cultural y cancelar así al pueblo como sujeto histórico autónomo para rebajarlo en la medida en que seguía existiendo, a un pueblo de esclavos. Otra lápida es (...) la escrita en la lengua de los sinti y rom. Aquí se quería hacer desaparecer a todo un pueblo, (...) incluido entre los elementos inútiles de la historia universal, mediante una ideología en la que contaba solamente la utilidad que se puede medir. (...) La lápida en ruso, que evoca el inmenso número de vidas sacrificadas entre los soldados rusos durante el enfrentamiento con el régimen del terror nacionalsocialista, nos hace reflexionar también sobre el doble significado trágico de su misión: liberar a los pueblos de una dictadura, debía servir para someter a aquellos pueblos a otra dictadura, la de (..) la ideología comunista. (...) Las lápidas en alemán (...) nos recuerdan que los alemanes que venían a Auschwitz-Birkenau eran considerados las heces de la nación".

  "Sí -concluyó el Papa-, tras estas lápidas se esconde el destino de innumerables seres humanos que sacuden nuestra memoria y nuestro corazón. No quieren provocar nuestro odio: al contrario nos demuestran lo terrible que es la acción del odio. Quieren llevar a la razón a reconocer el mal como mal y a rechazarlo; quieren suscitar en nosotros el valor del bien, de la resistencia contra el mal. Quieren llevarnos a los sentimientos que se manifiestan en las palabras que Sófocles pone en los labios de Antígona frente al horror que la circunda: "Estoy aquí no para odiar junto a ti sino para amar junto a ti".
PV-POLONIA/.../AUSCHWITZ-BIRKENAU...            VIS 20060529 (1100)

EL PAPA SE DESPIDE DE POLONIA: CUSTODIAD DEPOSITO CRISTIANO


CIUDAD DEL VATICANO, 28 MAY 2006 (VIS).-Después del acto conmemorativo por las víctimas de los campos de concentración de Auschwitz-Birkenau, el Papa se trasladó al aeropuerto de Cracovia/Balice para la ceremonia de despedida.

  En respuesta al discurso del presidente de la República, Lech Kaczynski, el Santo Padre recordó que cuando Juan Pablo II se despidió hace cuatro años de su patria por última vez, exhortó a la nación a "dejarse guiar siempre por sentimientos de misericordia, de solidaridad fraterna, de preocupación por el bien común", con la esperanza de que así "no solamente hubiera encontrado el puesto que le corresponde en una Europa Unida, sino que habría enriquecido también con su tradición este continente y el mundo entero".

  "Hoy -continuó-, mientras vuestra esperanza en la familia de los Estados de Europa se va consolidando cada vez más, deseo repetir de todo corazón aquellas palabras de esperanza. Sed fieles custodios del depósito cristiano, y transmitidlo a las generaciones futuras".

  Benedicto XVI agradeció a los polacos sus oraciones desde el momento en que fue elegido sucesor de Pedro y pidió que siguieran rezando por él y rogando al Señor que aumente su "fortaleza en el servicio de la Iglesia universal".

  Tras dar las gracias al presidente de la República y a las autoridades civiles y  religiosas, así como a los que han contribuido a la buena marcha de este viaje, el Papa concluyó con las palabras de San Pablo, "que han acompañado mi peregrinación en tierra polaca: "Vigilad, estad firmes en la fe, sed suertes, tened ánimo; todas vuestras obras hacedlas en la caridad".

  El avión papal partió de Cracovia a las 21,50 y aterrizó en el aeropuerto de Ciampino a las 23,30. Desde allí, el Santo Padre se trasladó en helicóptero al Vaticano.
PV-POLONIA/DESPEDIDA/CRACOVIA                VIS 20060529 (300)

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