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El 'Vatican Information Service' (VIS) es un boletín informativo de la Oficina de Prensa Santa Sede. Transmite diariamente información sobre la actividad magisterial y pastoral del Santo Padre y de la Curia Romana... []

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lunes, 29 de octubre de 2012

FRUCTUOSO INTERCAMBIO DE OPINIONES SANTA SEDE-CROACIA

Ciudad del Vaticano, 29 octubre 2012 (VIS).-Esta mañana Benedicto XVI ha recibido en audiencia al Presidente del Gobierno de la república de Croacia, Zoran Milanovic. El presidente ha encontrado, sucesivamente, al cardenal Tarcisio Bertone, Secretario de Estado, a quien acompañaba el arzobispo Dominique Mamberti, Secretario para las Relaciones con los Estados.

Los coloquios, desarrollados en un clima de cordialidad han permitido un fructuoso intercambio de opiniones sobre los retos que el país debe afrontar en la crisis económica actual, así como temas de interés común en el marco de las relaciones bilaterales. A este respecto, se ha hecho referencia a la Conferencia organizada con motivo del 20 aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas, que tendrá lugar esta tarde, Por cuanto concierne al conocido caso de Dajla, ambas partes han concordado resolver la cuestión lo antes posible, en el espíritu de la tradicional amistad entre la Santa Sede y la república de Croacia” dice un comunicado emitido hoy por la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

Por último, la Santa Sede ha renovado su apoyo a las aspiraciones legítimas de Croacia a la plena integración europea y se ha abordado también la coyuntura regional, sobre todo a la situación de los croatas en Bosnia y Herzegovina”.

LA IGLESIA JUEGA UN PAPEL IMPORTANTE EN LA INTEGRACIÓN DE LOS EMIGRANTES

Ciudad del Vaticano, 29 de octubre de 2012 (VIS).-El cardenal Antonio Maria Vegliò, Presidente del Pontificio Consejo de la Pastoral para los Emigrantes e Itinerantes y el arzobispo Joseph Kalathiparambil, secretario del mismo dicasterio han presentado esta mañana en la Oficina de Prensa de la Santa Sede el Mensaje del Papa para la XCIX Jornada Mundial del Emigrante y el Refugiado (13 de enero de 2013) cuyo tema este año es “Migraciones: peregrinación de fe y esperanza”.

Hoy el fenómeno migratorio impresiona por el gran número de personas involucradas en él -dijo el cardenal- .Basta dar una ojeada, por ejemplo, al Informe Mundial de 2011 sobre las Migraciones de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) que estima los emigrantes internacionales en 214 millones (un 3% de la población mundial). A ellos hay que añadir los desplazados internos que en 2010 eran unos 740 millones. Sumando unos y otros se llega a casi mil millones de seres humanos, es decir, un séptimo de la población mundial que experimenta hoy las suertes de la migración”.

Los emigrantes en su peregrinación existencial hacia un futuro mejor, llevan consigo sentimientos de fe y esperanza, aunque no se den cuenta todavía de lo que buscan exactamente. Decir que intentan solo mejorar su situación económica o social, significaría simplificar demasiado la realidad(...) Es verdad que no todos los emigrantes -aunque tengan una confianza profunda en que Dios estará a su lado- consideran su viaje como un ir hacia Dios y, por tanto, como un movimiento animado por la fe. No obstante, de alguna manera, es precisamente en las personas que no conocen aún donde pueden descubrir a Dios mismo que tiende las manos hacia ellos; sobre todo en los países de antigua tradición cristiana, donde pueden experimentar la genuina bondad de muchas realidades eclesiales que los acogen y ayudan”.

Efectivamente aquí, en el vasto contexto de las migraciones de múltiples pertenencias -subrayó el purpurado- también la Iglesia está llamada a desempeñar sin distinciones su solicitud materna. En su Mensaje, el Santo Padre revela dos canales de actividad, que no son paralelos, pero sí complementarios: por una parte, el más tangible y, podríamos decir, el más notado en ámbito mediático, que se concreta en las 'intervenciones de socorro para resolver las numerosas emergencias' (...) Esta atención es la más inmediata(...) y exige una respuesta rápida. (...) La segunda directriz es más laboriosa y menos mediática, porque requiere, a menudo, un cambio de mentalidad : (...) favorecer y acompañar la inserción integral de los emigrantes en su nuevo contexto sociocultural”.

El cardenal recordó que el Mensaje para esta Jornada Mundial se presenta a breve distancia del viaje del Papa a Líbano, “de forma muy concreta, nuestra mirada puede dirigirse particularmente a los países de Oriente Medio, donde la presencia de emigrantes cristianos, entre creyentes de otras religiones, tiene un papel significativo en la creación de la identidad tan especial de esa región. (...) Pero este hecho no se limita a Oriente Medio, atañe al mundo entero. El fenómeno migratorio obliga a la confrontación con diferentes estilos de vida y culturas diversas, estimulando la construcción de nuevas relaciones”.

La Iglesia -concluyó-juega un papel importante en el proceso de integración, al que responde haciendo énfasis en la dignidad de la persona y la recomendación de tutelar a las minorías valorizando su cultura; en la aportación de las migraciones a la pacificación universal; en la dimensión eclesial y misionera del fenómeno migratorio; en la importancia del diálogo y de la confrontación dentro de la sociedad civil, de la comunidad eclesial y entre las diversas confesiones y religiones. Por otra parte, en sus intervenciones sobre la problemática humana, social y religiosa de la emigración, la Iglesia no deja de dar a este fenómeno, hoy siempre más evidente, una huella singular, caracterizada por un fuerte carácter humanista, además de cristiano”.

En su intervención, el arzobispo Kalathiparambil se centró en la cuestión de los refugiados y subrayó la dificultad cada vez más grande que encuentran a la hora de pedir asilo, citando en particular, las medidas restrictivas impuestas en algunos países para “obstaculizar el acceso al territorio”, como los “requisitos para los visados, las sanciones aplicables a los que los transportan, la lista de 'safe countries of origen' (países seguros de origen). “Estas limitaciones-dijo- han incentivado las actividades de los contrabandistas y de los traficantes, además de peligrosas travesías por mar que han visto desaparecer entre las olas demasiadas vidas humanas”.

Todo esto sucede -puntualizó- a pesar de las obligaciones de la comunidad internacional sobre la protección de los refugiados y de los que piden asilo, en el respeto de la declaración y del espíritu de los derechos humanos, de los derechos del refugiado y del derecho internacional humanitario. En primer lugar, está el acceso a la petición de asilo que comprende también elementos primarios como los alimentos, el alojamiento, las ropas y la asistencia médica. No se insiste nunca bastante en que los que piden asilo se encuentran en la situación de tener que hacer frente a viajes fuera de sus fronteras y es derecho suyo no poseer documentos válidos de viaje o de identidad”.

MENSAJE DEL PAPA PARA LA JORNADA MUNDIAL DEL EMIGRANTE Y EL REFUGIADO

Ciudad del Vaticano, 29 octubre 2012 (VIS).-”Migraciones: peregrinación de fe y esperanza” es el tema elegido por el Santo Padre la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado que se celebra todos los años el 13 de enero. El texto, que ofrecemos a continuación, esta fechado en el Vaticano el 12 de octubre de 2012.

El Concilio Ecuménico Vaticano II, en la Constitución pastoral Gaudium et spes, ha recordado que “la Iglesia avanza juntamente con toda la humanidad” (n. 40), por lo cual «los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón” (ibíd., 1). Se hicieron eco de esta declaración el Siervo de Dios Pablo VI, que llamó a la Iglesia “experta en humanidad” (Enc. Populorum progressio, 13), y el Beato Juan Pablo II, quien afirmó que la persona humana es “el primer camino que la Iglesia debe recorrer en el cumplimiento de su misión..., camino trazado por Cristo mismo” (Enc. Centesimus annus, 53). En mi Encíclica Caritas in veritate he querido precisar, siguiendo a mis predecesores, que “toda la Iglesia, en todo su ser y obrar, cuando anuncia, celebra y actúa en la caridad, tiende a promover el desarrollo integral del hombre” (n. 11), refiriéndome también a los millones de hombres y mujeres que, por motivos diversos, viven la experiencia de la migración. En efecto, los flujos migratorios son «un fenómeno que impresiona por sus grandes dimensiones, por los problemas sociales, económicos, políticos, culturales y religiosos que suscita, y por los dramáticos desafíos que plantea a las comunidades nacionales y a la comunidad internacional” (ibíd., 62), ya que «todo emigrante es una persona humana que, en cuanto tal, posee derechos fundamentales inalienables que han de ser respetados por todos y en cualquier situación”(ibid).”

En este contexto, he querido dedicar la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado 2013 al tema “Migraciones: peregrinación de fe y esperanza”, en concomitancia con las celebraciones del 50 aniversario de la apertura del Concilio Ecuménico Vaticano II y de los 60 años de la promulgación de la Constitución apostólica Exsul familia, al mismo tiempo que toda la Iglesia está comprometida en vivir el Año de la fe, acogiendo con entusiasmo el desafío de la nueva evangelización”,

En efecto, fe y esperanza forman un binomio inseparable en el corazón de muchísimos emigrantes, puesto que en ellos anida el anhelo de una vida mejor, a lo que se une en muchas ocasiones el deseo de querer dejar atrás la «desesperación» de un futuro imposible de construir. Al mismo tiempo, el viaje de muchos está animado por la profunda confianza de que Dios no abandona a sus criaturas y este consuelo hace que sean más soportables las heridas del desarraigo y la separación, tal vez con la oculta esperanza de un futuro regreso a la tierra de origen. Fe y esperanza, por lo tanto, conforman a menudo el equipaje de aquellos que emigran, conscientes de que con ellas “podemos afrontar nuestro presente: el presente, aunque sea un presente fatigoso, se puede vivir y aceptar si lleva hacia una meta, si podemos estar seguros de esta meta y si esta meta es tan grande que justifique el esfuerzo del camino” (Enc. Spe salvi, 1).”
En el vasto campo de las migraciones, la solicitud maternal de la Iglesia se realiza en diversas directrices. Por una parte, la que contempla las migraciones bajo el perfil dominante de la pobreza y de los sufrimientos, que con frecuencia produce dramas y tragedias. Aquí se concretan las operaciones de auxilio para resolver las numerosas emergencias, con generosa dedicación de grupos e individuos, asociaciones de voluntariado y movimientos, organizaciones parroquiales y diocesanas, en colaboración con todas las personas de buena voluntad. Pero, por otra parte, la Iglesia no deja de poner de manifiesto los aspectos positivos, las buenas posibilidades y los recursos que comportan las migraciones. Es aquí donde se incluyen las acciones de acogida que favorecen y acompañan una inserción integral de los emigrantes, solicitantes de asilo y refugiados en el nuevo contexto socio-cultural, sin olvidar la dimensión religiosa, esencial para la vida de cada persona. La Iglesia, por su misión confiada por el mismo Cristo, está llamada a prestar especial atención y cuidado a esta dimensión precisamente: ésta es su tarea más importante y específica. Por lo que concierne a los fieles cristianos provenientes de diversas zonas del mundo, el cuidado de la dimensión religiosa incluye también el diálogo ecuménico y la atención de las nuevas comunidades, mientras que por lo que se refiere a los fieles católicos se expresa, entre otras cosas, mediante la creación de nuevas estructuras pastorales y la valorización de los diversos ritos, hasta la plena participación en la vida de la comunidad eclesial local. La promoción humana está unida a la comunión espiritual, que abre el camino “a una auténtica y renovada conversión al Señor, único Salvador del mundo” (Carta ap. Porta fidei, 6). La Iglesia ofrece siempre un don precioso cuando lleva al encuentro con Cristo que abre a una esperanza estable y fiable”.

Con respecto a los emigrantes y refugiados, la Iglesia y las diversas realidades que en ella se inspiran están llamadas a evitar el riesgo del mero asistencialismo, para favorecer la auténtica integración, en una sociedad donde todos y cada uno sean miembros activos y responsables del bienestar del otro, asegurando con generosidad aportaciones originales, con pleno derecho de ciudadanía y de participación en los mismos derechos y deberes. Aquellos que emigran llevan consigo sentimientos de confianza y de esperanza que animan y confortan en la búsqueda de mejores oportunidades de vida. Sin embargo, no buscan solamente una mejora de su condición económica, social o política. Es cierto que el viaje migratorio a menudo tiene su origen en el miedo, especialmente cuando las persecuciones y la violencia obligan a huir, con el trauma del abandono de los familiares y de los bienes que, en cierta medida, aseguraban la supervivencia. Sin embargo, el sufrimiento, la enorme pérdida y, a veces, una sensación de alienación frente a un futuro incierto no destruyen el sueño de reconstruir, con esperanza y valentía, la vida en un país extranjero. En verdad, los que emigran alimentan la esperanza de encontrar acogida, de obtener ayuda solidaria y de estar en contacto con personas que, comprendiendo las fatigas y la tragedia de su prójimo, y también reconociendo los valores y los recursos que aportan, estén dispuestos a compartir humanidad y recursos materiales con quien está necesitado y desfavorecido. Debemos reiterar, en efecto, que “la solidaridad universal, que es un hecho y un beneficio para todos, es también un deber” (Enc. Caritas in veritate, 43). Emigrantes y refugiados, junto a las dificultades, pueden experimentar también relaciones nuevas y acogedoras, que les alienten a contribuir al bienestar de los países de acogida con sus habilidades profesionales, su patrimonio socio-cultural y también, a menudo, con su testimonio de fe, que estimula a las comunidades de antigua tradición cristiana, anima a encontrar a Cristo e invita a conocer la Iglesia”.
Es cierto que cada Estado tiene el derecho de regular los flujos migratorios y adoptar medidas políticas dictadas por las exigencias generales del bien común, pero siempre garantizando el respeto de la dignidad de toda persona humana. El derecho de la persona a emigrar - como recuerda la Constitución conciliar Gaudium et spes en el n. 65 - es uno de los derechos humanos fundamentales, facultando a cada uno a establecerse donde considere más oportuno para una mejor realización de sus capacidades y aspiraciones y de sus proyectos. Sin embargo, en el actual contexto socio-político, antes incluso que el derecho a emigrar, hay que reafirmar el derecho a no emigrar, es decir, a tener las condiciones para permanecer en la propia tierra, repitiendo con el Beato Juan Pablo II que «es un derecho primario del hombre vivir en su propia patria. Sin embargo, este derecho es efectivo sólo si se tienen constantemente bajo control los factores que impulsan a la emigración» (Discurso al IV Congreso mundial de las Migraciones, 1998). En efecto, actualmente vemos que muchas migraciones son el resultado de la precariedad económica, de la falta de bienes básicos, de desastres naturales, de guerras y de desórdenes sociales. En lugar de una peregrinación animada por la confianza, la fe y la esperanza, emigrar se convierte entonces en un “calvario” para la supervivencia, donde hombres y mujeres aparecen más como víctimas que como protagonistas y responsables de su migración. Así, mientras que hay emigrantes que alcanzan una buena posición y viven con dignidad, con una adecuada integración en el ámbito de acogida, son muchos los que viven en condiciones de marginalidad y, a veces, de explotación y privación de los derechos humanos fundamentales, o que adoptan conductas perjudiciales para la sociedad en la que viven. El camino de la integración incluye derechos y deberes, atención y cuidado a los emigrantes para que tengan una vida digna, pero también atención por parte de los emigrantes hacia los valores que ofrece la sociedad en la que se insertan”.

En este sentido, no podemos olvidar la cuestión de la inmigración irregular, un asunto más acuciante en los casos en que se configura como tráfico y explotación de personas, con mayor riesgo para mujeres y niños. Estos crímenes han de ser decididamente condenados y castigados, mientras que una gestión regulada de los flujos migratorios, que no se reduzca al cierre hermético de las fronteras, al endurecimiento de las sanciones contra los irregulares y a la adopción de medidas que desalienten nuevos ingresos, podría al menos limitar para muchos emigrantes los peligros de caer víctimas del mencionado tráfico. En efecto, son muy necesarias intervenciones orgánicas y multilaterales en favor del desarrollo de los países de origen, medidas eficaces para erradicar la trata de personas, programas orgánicos de flujos de entrada legal, mayor disposición a considerar los casos individuales que requieran protección humanitaria además de asilo político. A las normativas adecuadas se debe asociar un paciente y constante trabajo de formación de la mentalidad y de las conciencias. En todo esto, es importante fortalecer y desarrollar las relaciones de entendimiento y de cooperación entre las realidades eclesiales e institucionales que están al servicio del desarrollo integral de la persona humana. Desde la óptica cristiana, el compromiso social y humanitario halla su fuerza en la fidelidad al Evangelio, siendo conscientes de que “el que sigue a Cristo, Hombre perfecto, se perfecciona cada vez más en su propia dignidad de hombre” (Gaudium et spes, 41)”.

Queridos hermanos emigrantes, que esta Jornada Mundial os ayude a renovar la confianza y la esperanza en el Señor que está siempre junto a nosotros. No perdáis la oportunidad de encontrarlo y reconocer su rostro en los gestos de bondad que recibís en vuestra peregrinación migratoria. Alegraos porque el Señor está cerca de vosotros y, con Él, podréis superar obstáculos y dificultades, aprovechando los testimonios de apertura y acogida que muchos os ofrecen. De hecho, “la vida es como un viaje por el mar de la historia, a menudo oscuro y borrascoso, un viaje en el que escudriñamos los astros que nos indican la ruta. Las verdaderas estrellas de nuestra vida son las personas que han sabido vivir rectamente. Ellas son luces de esperanza. Jesucristo es ciertamente la luz por antonomasia, el sol que brilla sobre todas las tinieblas de la historia. Pero para llegar hasta Él necesitamos también luces cercanas, personas que dan luz reflejando la luz de Cristo, ofreciendo así orientación para nuestra travesía” (Enc. Spe salvi, 49)”.

Encomiendo a cada uno de vosotros a la Bienaventurada Virgen María, signo de segura esperanza y de consolación, “estrella del camino”, que con su maternal presencia está cerca de nosotros cada momento de la vida, y a todos imparto con afecto la Bendición Apostólica”.

LA NUEVA EVANGELIZACIÓN CONCIERNE A TODA LA IGLESIA

Ciudad del Vaticano, 28 de octubre 2012 (VIS).-Benedicto XVI presidió esta mañana en la basílica de San Pedro la celebración eucarística con los Padres sinodales con motivo de la clausura de la XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos dedicada al tema “La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana”, que se abrió en el Vaticano el pasado 8 de octubre. Ofrecemos a continuación extractos de la homilía pronunciada por el Santo Padre.

Todo el Evangelio de Marcos es un itinerario de fe, que se desarrolla gradualmente en el seguimiento de Jesús. Los discípulos son los primeros protagonistas de este paulatino descubrimiento, pero hay también otros personajes que desempeñan un papel importante, y Bartimeo es uno de éstos. La suya es la última curación prodigiosa que Jesús realiza antes de su pasión, y no es casual que sea la de un ciego, es decir una persona que ha perdido la luz de sus ojos. Sabemos también por otros textos que en los evangelios la ceguera tiene un importante significado. Representa al hombre que tiene necesidad de la luz de Dios, la luz de la fe, para conocer verdaderamente la realidad y recorrer el camino de la vida. Es esencial reconocerse ciegos, necesitados de esta luz, de lo contrario se es ciego para siempre”.

Bartimeo, pues, en este punto estratégico del relato de Marcos, está puesto como modelo. Él no es ciego de nacimiento, sino que ha perdido la vista: es el hombre que ha perdido la luz y es consciente de ello, pero no ha perdido la esperanza, sabe percibir la posibilidad de un encuentro con Jesús y confía en él para ser curado (...) Y cuando Jesús lo llama y le pregunta qué quiere de él, responde: “Maestro, que pueda ver”(...) En el encuentro con Cristo, realizado con fe, Bartimeo recupera la luz que había perdido, y con ella la plenitud de la propia dignidad: se pone de pie y retoma el camino, que desde aquel momento tiene un guía, Jesús, y una ruta, la misma que Jesús recorre”.

San Agustín, en uno de sus escritos, hace una observación muy particular (...)”Bartimeo, era un personaje que de una gran prosperidad cayó en la miseria, y que ésta condición suya de miseria debía ser conocida por todos y de dominio público, puesto que no era solamente un ciego, sino un mendigo sentado al borde del camino(...)Esta interpretación, (...) nos invita a reflexionar sobre el hecho de que hay riquezas preciosas para nuestra vida, y que no son materiales, que podemos perder. En esta perspectiva, Bartimeo podría ser la representación de cuantos viven en regiones de antigua evangelización, donde la luz de la fe se ha debilitado, y se han alejado de Dios, ya no lo consideran importante para la vida: personas que por eso han perdido una gran riqueza, han “caído en la miseria” desde una alta dignidad –no económica o de poder terreno, sino cristiana –, han perdido la orientación segura y sólida de la vida y se han convertido, con frecuencia inconscientemente, en mendigos del sentido de la existencia. Son las numerosas personas que tienen necesidad de una nueva evangelización, es decir de un nuevo encuentro con Jesús, el Cristo, el Hijo de Dios que puede abrir nuevamente sus ojos y mostrarles el camino”.

La nueva evangelización concierne toda la vida de la Iglesia (...)Deseo subrayar tres líneas pastorales que han surgido del Sínodo. La primera corresponde a los sacramentos de la iniciación cristiana. Se ha reafirmado la necesidad de acompañar con una catequesis adecuada la preparación al bautismo, a la confirmación y a la Eucaristía. También se ha reiterado la importancia de la penitencia, sacramento de la misericordia de Dios (...) Se ha repetido muchas veces que los verdaderos protagonistas de la nueva evangelización son los santos: ellos hablan un lenguaje comprensible para todos, con el ejemplo de la vida y con las obras de caridad”.

En segundo lugar, la nueva evangelización está esencialmente conectada con la misión ad gentes. La Iglesia tiene la tarea de evangelizar, de anunciar el Mensaje de salvación a los hombres que aún no conocen a Jesucristo. En el transcurso de las reflexiones sinodales, se ha subrayado también que existen muchos lugares en África, Asía y Oceanía en donde los habitantes, muchas veces sin ser plenamente conscientes, esperan con gran expectativa el primer anuncio del Evangelio. Por tanto es necesario rezar al Espíritu Santo para que suscite en la Iglesia un renovado dinamismo misionero, cuyos protagonistas sean de modo especial los agentes pastorales y los fieles laicos”.

Un tercer aspecto tiene que ver con las personas bautizadas pero que no viven las exigencias del bautismo (...)Estas personas se encuentran en todos los continentes, especialmente en los países más secularizados. La Iglesia les dedica una atención particular, para que encuentren nuevamente a Jesucristo, vuelvan a descubrir el gozo de la fe y regresen a las prácticas religiosas en la comunidad de los fieles. Además de los métodos pastorales tradicionales, siempre válidos, la Iglesia intenta utilizar también métodos nuevos, usando asimismo nuevos lenguajes, apropiados a las diferentes culturas del mundo, proponiendo la verdad de Cristo con una actitud de diálogo y de amistad que tiene como fundamento a Dios que es Amor”.

Bartimeo, una vez recuperada la vista gracias a Jesús, se unió al grupo de los discípulos, entre los cuales seguramente había otros que, como él, habían sido curados por el Maestro. Así son los nuevos evangelizadores: personas que han tenido la experiencia de ser curados por Dios, mediante Jesucristo (...) Cancelemos, pues,(...) el olvido de la verdad, la ignorancia; y removiendo las tinieblas que nos impiden la vista como niebla en los ojos, contemplemos al verdadero Dios”.

SINODO:DESCUBRIR LA BELLEZA DE SER IGLESIA HOY

Ciudad del Vaticano, 28 de octubre 2012 (VIS).-Después de presidir la santa misa de clausura de la XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, Benedicto XVI se asomó a la ventana de su estudio para rezar el Ángelus con los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro.

El Papa dedicó sus palabras al Sínodo. “Durante tres semanas -dijo- hemos abordado la realidad de la nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana: toda la Iglesia estaba representada y, por tanto, involucrada en esta tarea, que no dejará de dar fruto, con la gracia del Señor. Pero, antes que nada, el Sínodo es siempre una circunstancia de comunión eclesial fuerte, y por esto, con todos vosotros, quiero dar gracias a Dios que una vez más nos ha hecho sentir la belleza de ser Iglesia, y de serlo propiamente ahora, en este mundo, así como es, en medio de esta humanidad, con sus fatigas y sus esperanzas”.

Refiriéndose después a la coincidencia significativa entre la asamblea sinodal, el cincuenta aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II y el inicio del Año de la Fe, afirmó: “Volver a pensar en el beato Juan XXIII, en el siervo de Dios Pablo VI, y en la estación conciliar, ha sido muy oportuno, porque nos ha ayudado a reconocer que la nueva evangelización no es una invención nuestra, sino un dinamismo que se ha desarrollado en la Iglesia, de forma particular, a partir de los años 50 del siglo pasado, cuando se hizo patente que también los países de antigua tradición cristiana se habían transformado, como se suele decir, en “tierra de misión”. Por eso brotó la exigencia de un anuncio renovado del Evangelio en las sociedades secularizadas, con la doble certeza de que, por una parte, es solamente Él Jesucristo, la verdadera novedad que responde a las expectativas del ser humano de cualquier época y, por otra, que su mensaje tiene que ser transmitido de forma adecuada en los contextos sociales y culturales que cambian”.

Las intensas jornadas de trabajo de los Padres sinodales, han llevado a “un compromiso para la renovación espiritual de la misma Iglesia, para renovar espiritualmente el mundo secularizado; y esta renovación tendrá su origen en un volver a descubrir a Jesucristo, a su verdad y a su gracia. Un volver a descubrir su rostro, tan humano y, al mismo tiempo, tan divino en el que resplandece el misterio trascendental de Dios”.

Después del Ángelus el Papa lanzó un llamamiento por Cuba, Haití, Jamaica y Bahamas, devastadas por un huracán que se ha abatido hace pocos días en los países del Caribe, causando numerosas víctimas y obligando a muchas personas a abandonar sus hogares.”Aseguro mi cercanía y mi recuerdo -dijo- a cuantos han sido golpeados por este desastre natural, e invito a todos a la oración y la solidaridad para aliviar el dolor de los familiares de las víctimas y brindar ayuda a los miles de damnificados”.

El Santo Padre concluyó recordando a los habitantes de las regiones italianas de Basilicata y Calabria, afectadas por varias sacudidas de terremoto en los últimos días.

LA IGLESIA ES UNIVERSAL, NO SÓLO DE UN CONTINENTE

Ciudad del Vaticano, 27 de octubre de 2012 (VIS).-Durante la XXII Congregación General, la última del Sínodo, en la que se votó la lista final de las Proposiciones, Benedicto XVI dirigió unas breves palabras a los Padres sinodales:

En el contexto de la reflexión del Sínodo de los Obispos sobre “La Nueva Evangelización para la transmisión de la fe cristiana” y, como conclusión de un camino de reflexión sobre las temáticas de los Seminarios y la Catequesis, he decidido (...) trasladar la competencia sobre los Seminarios de la Congregación para la Educación Católica a la Congregación para el Clero y la competencia sobre la Catequesis de la Congregación para el Clero al Consejo Pontificio para la Nueva Evangelización”, dijo el Papa.

Seguirán los documentos relativos en forma de carta apostólica “Motu Proprio” para definir los ámbitos y las facultades respectivas. Recemos al Señor para que acompañe a los tres dicasterios de la Curia romana en su importante misión, con la colaboración de toda la Iglesia”.

Ya que tengo la palabra -agregó el pontífice- aprovecho para expresar mi saludo más cordial a los nuevos cardenales. Con este pequeño consistorio he querido completar el consistorio de febrero, en el contexto de la Nueva Evangelización, con un gesto de la universalidad de la Iglesia, mostrando que la Iglesia es Iglesia de todos los pueblos, habla en todas las lenguas y es siempre Iglesia de Pentecostes; no es Iglesia de un continente, sino Iglesia universal. Efectivamente, era esta mi intención; expresar este contexto, esta universalidad de la Iglesia; es también una hermosa manifestación de este sínodo. Para mí ha sido realmente edificante, consolador y alentador ver, aquí, el espejo de la Iglesia universal con sus sufrimientos, amenazas, peligros y alegrías, con la experiencia de la presencia del Señor, incluso en situaciones difíciles”.

Hemos visto como la Iglesia, también hoy, crece y está viva (...) Aunque si siente vientos contrarios, la Iglesia siente sobre todo, el viento del Espíritu Santo que nos ayuda, nos enseña el camino certero; y así, con entusiasmo redoblado, estamos en camino y damos gracias a Dios porque nos ha dado este encuentro realmente católico”, concluyó el Santo Padre.

“ECCLESIA DEI” SOBRE FRATERNIDAD SACERDOTAL SAN PÍO X

Ciudad del Vaticano, 27 octubre 2012 (VIS).-Ofrecemos a continuación la declaración emitida esta mañana por la Comisión pontificia“Ecclesia Dei”:

La Comisión Pontificia "Ecclesia Dei" anuncia que la Fraternidad sacerdotal de San Pío X en su última comunicación (6 de septiembre 2012), ha indicado que necesita un tiempo suplementario, de reflexión y de estudio, para preparar su respuesta a las últimas iniciativas de la Santa Sede”.

El estado actual de las discusiones entre la Santa Sede y la Fraternidad sacerdotal es fruto de tres años de diálogos doctrinales y teológicos, durante los cuales una comisión conjunta se ha reunido ocho veces para estudiar y discutir, entre otras cosas, algunos puntos controvertidos en la interpretación de diversos documentos del Concilio Vaticano II. Una vez concluidos dichos diálogos doctrinales, fue posible pasar a una fase de discusión orientada más directamente al gran deseo de reconciliación de la Fraternidad sacerdotal de San Pío X con la sede de Pedro”.

Otros pasos claves, en este proceso positivo de reintegración gradual, habían sido dados ya por la Santa Sede, en el 2007, con la extensión a la Iglesia universal de la forma extraordinaria del rito romano con el Motu Proprio 'Summorum Pontificum' y, en el 2009, con la abolición de las excomuniones. En este camino arduo, se llegó a un punto fundamental hace sólo algunos meses cuando, el 13 de junio de 2012, la Comisión Pontificia presentó a la Fraternidad sacerdotal de San Pío X una declaración doctrinal acompañada de una propuesta de regularización canónica de su estado en la Iglesia católica”.

Actualmente la Santa Sede espera la respuesta oficial de los superiores de la Fraternidad sacerdotal a estos dos documentos. Después de treinta años de separación, es comprensible que haga falta tiempo para asimilar el significado de estos hechos recientes. Ya que nuestro Santo Padre Benedicto XVI quiere promover y preservar la unidad de la Iglesia mediante la reconciliación, largamente esperada, de la Fraternidad sacerdotal de San Pío X con la Sede de Pedro -una fuerte manifestación de la actuación del "munus Petrinum"- es necesario tener paciencia, serenidad, perseverancia y confianza”.

AUDIENCIAS

Ciudad del Vaticano, 29 octubre 2012 (VIS).-El Santo Padre ha recibido hoy en audiencia al cardenal Marc Ouellet, P.S.S., prefecto de la Congregación para los Obispos.

OTROS ACTOS PONTIFICIOS

Ciudad del Vaticano, 27 octubre 2012 (VIS).-El Santo Padre ha nombrado:

-Arzobispo Jules Mikhael Al-Jamil, como miembro de la Congregación para las Causas de los Santos

-Miembros del Consejo Pontificio para el Dialogo Interreligioso: al cardenal Fernando Filoni, Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos; a los arzobispos Peter Takeo Okada, de Tokyo (Japón); Jean Benjamin Sleiman, O.C.D., de Baghdad de los Latinos (Iraq); Daniel Joseph Bohan, de Regina (Canadá); Salvatore Fisichella, Presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización; a los obispos Michel Dubost, C.I.M., de Evry-Corbeil-Essonnes (Francia); Angelito R. Lampon, O.M.I., vicario apostólico de Jolo (Filipinas); Francesco Biasin, de Barra do Piraí-Volta Redonda (Brasil); Joseph Chusak Sirisut, de Nakhon Ratchasima (Tailandia); Sebastian Francis Shah, O.F.M., Auxiliar de Lahore (Pakistán); Michael Didi Adgum Mangoria, coadjutor de El Obeid (Sudán); Tomo Vukšic, castrense de Bosnia y Herzegovina; Matthew Hassan Kukah, de Sokoto (Nigeria).

-Miembros del Consejo Pontificio "Cor Unum": al Cardinale Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga, S.D.B., arzobispo di Tegucigalpa (Honduras), presidente de Caritas Internationalis; a los arzobispos Alberto Taveira Corrêa, de Belém do Pará (Brasil) y Paolo Pezzi, F.S.C.B., de la Madre de Dio en Moscú (Rusia); al obispo Tarcisius Isao KikuchI, S.V.D., de Niigata (Japón), vicepresidente de Caritas Internationalis para Asia; y, en representación de las organizaciones a los monseñores Peter Neher, presidente de Deutscher Caritasverband (Alemania);Francesco Antonio Soddu, director nacional de Caritas Italiana; al barón Johannes Nepomuk Heereman von Zuydtwyck, presidente ejecutivo de “Ayuda a la Iglesia que sufre”; a Carolyn Y. Woo, presidente di Catholic Relief Services - U.S.C.C. - (EE.UU); Maritza Sánchez Abiyud, directora de Caritas Cuba.

-Consultor del Consejo Pontificio "Cor unum" a Michel Roy, secretario general de Caritas Internationalis.

-Reverendo Pasquale Cascio, como arzobispo di Sant’Angelo dei Lombardi-Conza-Nusco-Bisaccia (superficie: 1.290; población: 84.000; católicos: 83.400; sacerdotes: 65; religiosos: 101; diáconos permanentes: 5) en Italia. El arzobispo electo nació en Castelcivita (Italia), en 1957 y fue ordenado sacerdote en 1983. De 1988 a 2007 ha sido docente en el Instituto de Ciencias Religiosas de Teggiano; desde 1984 ha sido párroco de S. Giovanni Battista in Terranova di Sicignano degli Alburni; desde 1991 ha sido también párroco de San Nicola in Controne. Ha sido vicario foráneo para la zona de Alburni; director de la oficina técnica diocesana; miembro del consejo presbiteral y del colegio de consultores. Es docente de Sagrada Escritura en el Instituto Teológico de Basilicata en Potenza (Italia), en el Seminario Metropolitano “Juan Pablo II” en Salerno, y ha sido docente en el Instituto Superior de Ciencias Religiosas en Vallo della Lucania.

-Reverendo Ramón Alberto Rolón Güepsa, como obispo de Montería (superficie: 14.500; población; 1.647.000; católicos: 1.565.000; sacerdotes: 107, religiosos: 185)en Colombia. El obispo electo nació en Arboledas (Colombia) en 1959 y fue ordenado sacerdote en 1984. De 1984 a 1986 ha sido vicario parroquial d “San Juan Bautista”; de 1986 a 1987, administrador parroquial de Mitiscua; de 1987 a 1988 vice-rector del Seminario Menor y delegado para la Pastoral vocacionale; de 1990 a 1995 director espiritual del Seminario Menor y formador del Seminario Mayor ; de 1996 a 2005 rector del Seminario Mayor; de 2005 a 2009 párroco de “San Juan Bautista” en Chinácota; desde 2010 rector del Seminario Mayor. Actualmente era rector del Seminario Mayor archidiocesano “Santo Tomás de Aquino”.
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