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lunes, 26 de enero de 2015

Ángelus: También Dios tiene sed de nosotros

Ciudad del Vaticano, 25 de enero 2015 (VIS).-A mediodía el Papa se asomó a la ventana de su estudio para rezar el Ángelus dominical con los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro y comentar el evangelio de hoy que describe el inicio de la predicación de Jesús, inmediatamente después del arresto de San Juan Bautista.

''El anuncio de Jesús es similar al de Juan Bautista, con la diferencia sustancial -observó el Pontífice- de que Jesús ya no indica otro que debe venir: Jesús mismo es el cumplimiento de las promesas, es ''la buena nueva'' en que creer, que hay que acoger y comunicar a los hombres y mujeres de todos los tiempos para que ellos también le confíen su existencia. Jesucristo en persona es la Palabra viva y activa en la historia: el que lo escucha y lo sigue entra en el Reino de Dios''.

''Jesús es el cumplimiento de las promesas divinas porque da al ser humano el Espíritu Santo, el ''agua viva'' que sacia nuestro corazón inquieto, sediento de vida, de amor, de libertad, de paz, sediento de Dios'', explicó Francisco, recordando a continuación que las palabras de Cristo a la Samaritana ''Dame de beber'', han sido este año el tema de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos que concluye esta tarde con las segundas vísperas en la basílica romana de San Pablo Extramuros ''para rezar intensamente al Señor para que refuerce nuestro esfuerzo por la plena unidad de todos los cristianos''. ''Es muy feo -dijo Francisco- que los cristianos estén divididos. Jesús quiere que estemos unidos: un sólo cuerpo. Nuestros pecados, la historia, nos han separado y por eso tenemos que rezar tanto para que sea el mismo Espíritu Santo quien nos una de nuevo''.

''Dios haciéndose hombre - continuó- hizo suya nuestra sed, no sólo de agua material, sino sobre todo la sed de una vida plena, de una vida libre de la esclavitud del mal y de la muerte. Al mismo tiempo con su encarnación Dios puso su sed -porque también Dios tiene sed- en el corazón de un hombre:Jesús de Nazaret. Dios tiene sed de nosotros, de nuestros corazones, de nuestro amor y puso esta sed en el corazón de Jesús. Así, en el corazón de Cristo se encuentran la sed humana y la sed divina. Y el deseo de la unidad de sus discípulos pertenece a esta sed''.

''¡Que la sed de Jesús -finalizó- también sea cada vez más nuestra sed! Sigamos, por tanto, rezando y esforzándonos por la unidad plena de los discípulos de Cristo, con la certeza de que El mismo está a nuestro lado y nos sostiene con la fuerza de su Espíritu para que esa meta se acerque''.

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